PROSA POR SER POETISA
INTRODUCCIÓN
Muchas
veces nos cuestionamos quienes nos dedicamos al arte por vocación de servicio
asumiendo la realidad de un mundo materialista de consumismo frívolo y
exasperado, si realmente vale la pena consagrarnos a ser artífices de la
cultura.
En
lo personal y en carácter de escritora ensayista y finalmente poetisa, el
interrogante ¿para qué escribimos? es frecuente, porque me siento habitando en
un mundo incompatible con el que en realidad convivo, creando aislada un
ambiente propicio para el despertar de las musas alejadas de ese
infernal enjambre cosmopolita invadido por guerras, hambre, violencia,
trivialidades de estereotipos y bastante insubstancial visto bajo mi
franqueza de criterios.
Algunos
conceptos vertidos intuyo que ser artista son tildados como una conducta
bohemia y reprochable, no se ve entonces como un trabajo de construcción
intelectual de amplia contribución a la cultura. Tal vez sea consecuencia de
la vida nocturna que optamos la mayoría de las/os
protagonistas. Admito que adoro las noches para concentrarme en ese
estímulo especial, que hace brotar espontáneamente en sortilegio el enlace
entre la inspiración y la rima o la búsqueda de información que hace mi parte
de investigadora ensayista.
Es
mejor visto ir a trabajar tras un escritorio por dar un mero ejemplo, que
sentarse a escribir sobre el amor como utopía, y sin embargo que grato nos
resulta leer a Amado Nervo, Las Rimas de Bécquer, Alfonsina Storni y otras/os
más contemporáneas o satisfacer el encuentro en una investigación que
enriquezca nuestra inquietud.
En
todas las épocas siempre resultó difícil la gestión artística por eso
existieron y existen aun los llamados mecenas impulsores del arte. En
la actualidad no falta el buen consejo de un facultativo que como relax y
para quitarnos el estrés resulta óptimo leer un libro que beneficie nuestra
autoestima, visitar una exposición de cuadros o admirar esculturas como las
Fuentes de las Nereidas de Lola Mora en mi país.
Como
haríamos para aprender si no hubiera quien escribiera libros de enseñanza, como
haríamos para evolucionar la ciencia si no hubiera científicos que documentaron
sus descubrimientos o sus hipótesis. ¿Existiría la filosofía, si Aristóteles no
hubiera dejado por escrito sus tratados? Es
evidente que el arte genera progreso en la humanidad pero le falta ese
reconocimiento planetario para darle la misma solvencia a quien quiera
desarrollarse como artista, científico, investigador, etc.
Es
lamentable pero finalmente los gobiernos darán más presupuesto para fabricar
misiles o armas químicas que para editar un libro de poemas o un ensayo.
En
la historia de las antiguas sociedades lo que se ha hecho imperecedero y
podemos llegar a decir que resulta hasta inmortal el arte en todos sus oficios,
pues a través del genio creador hemos podido vislumbrar culturas milenarias
estampadas en piedra de esculturas, pinturas y escrituras que nos da
en conclusión que el mensaje a perpetuidad fue dado invariablemente a
través del arte.
Los
avances en la actualidad siguen buscando antecedentes de pasados que hayan
dejado marcados vestigios de la humanidad más remota hasta nuestros días y no
hay nada más asombroso que eso suceda con los descubrimientos en excavaciones
arqueológicas en busca de esos tesoros culturales que terminan siendo una
noticia destacada por el hallazgo con gran resonancia.
¿Cómo
hubieran hecho las sociedades prehistóricas para dejar sus huellas si no
hubiere sido a través del arte esculpido en la roca? No hubiéramos podio
conocer nada de nuestros antecesores.
Pareciera
entonces que incursionar en el arte es un trabajo de oficio, dedicar a la
cultura la facultad que por naturaleza y disciplina intentamos de diferentes
formas legar al mundo es perpetuidad de civilización.
Adquirir
fama o renombre internacional no estaba fijada en mi mente como un objetivo
final, ni pretendo llegar a ser un Best Sellers o mucho menos un premio Nobel
de Literatura, escribo sencillamente porque me nace espontáneamente y me
cautiva hacerlo desde muy
jovencita. A estas alturas de mis acumuladas primaveras es
determinación disfrutarlo como consagración exclusiva por el resto de mis
días.
Resulta
a consecuencia de esta decisión alegar, al ver hoy que soy reconocida
internacionalmente según marcan los mapas que definen mis blogers en forma
creciente en muchas partes del mundo, la mayoría de habla hispana pero así
también en otros países de disímiles idiomas, sorpresa que reconforta mi espíritu e
incrementa el estimulo de seguir por este camino.
A
todas esas personas mi profunda gratitud por el empleo de su tiempo en leerme,
quiero remarcarles que no significan un puntito rojo en el mapa virtual del
blog imprimiendo frías estadísticas de visitas, sino todo lo contrario
representas almas que entran en mi frecuencia y por tal concordancia deseo que
les llegue mi fraternal amor por esa dedicación especial a quien les está
escribiendo.
¿Qué
es ser poetisa entonces o investigadora ensayista?
Ser
investigadora ensayista es el afán de lograr concretar como en mi caso, un
sondeo en el lenguaje español sobre la discriminación de la mujer en ese
idioma. Fue un trabajo duro, de paciencia infinita por más de dos años hasta
lograr el objetivo final que termina en diferentes conclusiones. La
investigación en este caso literaria reflejo un trabajo técnico y sorprendente,
agotador muchas veces pero alucinante como descubrimiento.
En
cambio ser poetisa es en cada mujer tener un estilo propio, una marcada
personalidad y una formación filosófica en un horizonte de infinitos matices verbales.
Ser
poetisa tiene innumerables percepciones casi imposible de describirlas todas,
es como si un ángel a nuestras espaldas nos cubriera de sensibilidad los
sentidos potenciando lo sublime que tiene el amor.
Ser
poetisa es el símbolo de la feminidad del alma dando su opinión bajo otros
conceptos de ver la vida.
Ser
poetisa es libertad de pensamiento, ingenio y talento.
Ser
poetisa es capacidad de creación y habilidad para hablarle al mundo sin temores
ni condicionamientos.
Ser
poetisa es autonomía, práctica diaria, es constancia y es introspección.
Rimar al amor es una de mis grandes pasiones, esas musas, diosas inspiradoras de la
música y las letras hacen la delicia de mi vida.
Afectuosamente
©María
Cristina Garay Andrade©
Buenos
Aires - Argentina