BRINDIS CON LA MELANCOLÍA

Llegando al puerto donde la energía todo lo repasa
En el último intento de amor viendo como fracasa
Medito donde estuvo la falta apagando mi alegría
Vuelco en líneas de desánimo mis días de melancolías
 

¿Es la vejez acaso un cúmulo de recuerdos fijados?
Seguir cargando con ellos sosteniéndolos pesados
El corazón se contrae por costumbre acompasado
Advertir olvidos que lo dañan se cree abandonado
 

Estigma de poetisa llevo sembrando el camino
Buscando albergar mis sueños la creencia declino
Ya es tiempo de abandonar la pluma en el hastío
Las rosas cuidadas perecen tristes bebiendo rocío 
 
El alma rinde homenaje en un banquete a la vida
La savia se va extinguiendo por su misión cumplida
Se vuelven inactivas las horas en total indiferencia
El silencio las va borrando en deprimida continencia
 

Partida de ilusiones se mudan en arrugadas muecas
Como el otoño reciclando las hojas que cayeron secas
La herida cicatriza en remanso por volverse vieja
Va viciando la huella que el cansancio rendido refleja
 

Atorados nudos en la garganta contenidos
Paredes celadoras confinan pesares escondidos
Vigilias deambulando viciadas de desconcierto
Naufragando en el mar de insólitos desaciertos
 

La indiferencia llegó para quedarse conmigo
Por más que intente separarla no lo consigo
Serenidad placentera refugia mi vasto desierto
Lo que feliz me rodeaba descansa ya muerto
 

En elevada voz del ayer con juventud impasible
Confiada la palabra a tu puerta tantea sensible
Recíbela de delegada en declaración entrañable
Viajera sin andén fijo y peregrina incansable
 
Silenciando que más decir en este día sombrío
Intentando continuar la lucha en audaz desafío
Como un callejón sin salida revestido de monotonía
Elevo a conciencia un brindis con mi melancolía
 

©María Cristina Garay Andrade©
Buenos aires – Argentina




SILENCIO DE LAS PALABRAS

SILENCIO DE LAS PALABRAS

LOS SILENCIOS DE LAS PALABRAS

LOS SILENCIOS DE LAS PALABRAS

©Victoria Lucía Aristizábal

Prologo

La palabra tiene un límite, la imaginación la sacude y la lleva prodigiosamente por las aguas de la sensibilidad que la estimula haciéndola hasta llorar de placer o dolor, de alegría, de afectividad, de ternura, de amor, de pasión y delirio, de lo irreprimible cuando en su exhalación vuelve a ejecutarse en un lenguaje que pretende desafiar lo efímero, más allá de lo posible para el escritor que hace el amor con ella ahondándola hasta el cansancio nutriéndola cuando la embellece, logrando traducirla de símbolo a energía del espíritu.

Los silencios de las palabras no duermen, despliegan su abanico de significados, de múltiples sugerencias y atisbos, volviéndolas curiosas, apoyándose en la sabiduría para convertirlas en un texto nuevo que tenga su importancia, procurando renovarlas, darles su baño de sentido, son acariciadas volviéndolas apetecibles con besos y razones, unas van en corceles, otras en fragatas, algunas novatas van gateando con su infantil picardía hasta volverlas eufóricas e indetenibles.

Los silencios de las palabras sonríen logrando que asciendan como surtidores para brotar como nuevos astros, hermosas unas que se celebran ellas mismas porque tocan su propia música, se consuelan otras como si una y otra fueran cama y cobijo o remembranza de un placer vivido que engatilla el éxtasis de los labios que han besado, de la piel que ha sido acariciada, del cuerpo que ha sido dichosamente penetrado y luego lanzando hondos suspiros solo atina a decir: “gracias Dios mío” con la ternura del reposo que luego químicamente duerme para despertarse en la vida sin tiempo con el olor a un amor hecho en la escala melódica y trascendente que alienta la desnudez de la plenitud de la nada donde la sensualidad prodiga sus frutos.

Los silencios de las palabras construyen deseos, modifican la pasividad por el entusiasmo, son una clínica de recuperación exaltando la renovación después de las caídas, son pasiones que incluso atrevidas desafían al cuerpo en sus pretensiones respirando en acordes lujuriosos provocadores de contacto, anulando las fronteras de lo imposible para dar paso a lo posible y entretener el placer que gusta de recorrer las zonas de lo prohibido para volverlas lícitas, y allí las palabras se regodean libremente para convertirse en poesía, buscando que ella sea cómplice y testigo de lo que el alocado corazón ha permitido.

Los silencios de las palabras se ausentan, se apartan de todo para quedarse en soledad compartiendo la vida en el espacio y en la introspección meditativa desparrama gráciles sentencias que permiten volver a aspirar la entrega renovada de una nueva palabra que interprete la realidad en la inmediatez dichosa y fogosa reaparece para mirarse en el espejo y encontrar el alma que deja de ser anónima cuando enciende la mística llama de la avenida principal donde el amor vuelve a dar sus pasos trascendentes y acompaña al cuerpo encajándose en su nativa nobleza.

Los silencios de las palabras son sueños, se suspenden ante la prodigalidad de las imágenes que filtran su claridad, volviéndose más libres, más íntimas, nadan en el mundo de la satisfacción plena encontrándose con el amante, abrazándose a su piel desnuda, anudándose a su cuerpo destilando las esencias de la belleza más rica donde se sacia la avidez que se potencia en el gozo concretando al espíritu, mientras el amor sin palabras aprecia porque se ha unido al alma seducidos ante el sacerdocio del corazón de humano origen.

Desde mis silencios se escriben poemas con palabras que tienen su enclave en la riqueza de un lenguaje que quiere expresar al mundo como se ama de tantas maneras, como se describen las emociones extraídas desde lo profundo de un alma que quiere elevarse por encima de las adversidades. Hay un silencio que ennoblece al lector cuando lee la riqueza de estos poemas que se hacen con el corazón abierto, le mente consciente y el alma en la frecuencia elevada de un espíritu que solo desea amar y ser amada.

María Cristina Garay Andrade una mujer que nació para escribir en el silencio y engalanar sus poemas con la combinación inequívoca de la riqueza metafórica que le brinda la musa de la naturaleza que acompaña a su alma desde siempre para las almas que entienden que escribir poesía es estar en armonía con el propio ser divino para que sea interpretada de la mejor manera posible.

MI AGRADECIMIENTO VICKY

DESDE MIS SILENCIOS se renueva con la frescura que dan los cambios propios de la madurez, de la mujer que quiere continuar elevando su talento para seguir deleitando a los lectores que desde tiempo atrás la siguen para emocionarse de nuevo con su estilo inconfundible.

Por el amor en amistad que nos une por más de 20 años en la red, por los momentos críticos que nos han unido en comprensión y por los tiempos felices compartidos, me entregas como regalo este prólogo en el blog como excelsa escritora que siempre he admirado.

Resulta entonces que mis alas de gratitud sobrevuelen conmovidas haciendo desaparecer las distancias. Florece desde aquel tiempo una frecuencia de elevado sentir de afecto que nos liga con lealtad, regocijo y paz.

María Cristina

(Crispis)

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